El mayor problema para la gente de Ciudad de México no es la construcción del muro, ni mucho menos los disparates del presidente vecino, pero esta gran metrópoli sí está divisando un futuro muy complicado, donde la escasez de agua causará estragos preocupantes. Actualmente ya se ven algunas consecuencias por la falta del preciado recurso natural.
Recordemos que ya han desaparecido algunas islas a causa del calentamiento global que ya llegó, no es cosa del futuro.
Si bien mucho se habla de calentamiento global, pareciera que siempre se hace pensando en el futuro, en los mares y en cualquier caso en escenarios muy lejanos a vida cotidiana. La realidad es otra, la crisis medioambiental ya está golpeando a muchas zonas del planeta, y no necesariamente costeras, como es el caso de la Ciudad de México, que está en un valle en el centro del país.
Según The New York Times, la escasez del agua en el D.F ha perforado la ciudad y ha debilitado los antiguos lechos de arcilla de los lagos y ha causado que se derrumbe aún más esta gigantesca ciudad. Solo por mencionar algunos ejemplos de estos estragos, en el Paseo de la Reforma el barrio alrededor del Ángel se ha venido hundiendo, por lo que tuvieron que adicionarse catorce escalones en la base del monumento para que éste siguiera conectado a la calle.
En el centro histórico también se ven las consecuencias. La catedral metropolitana se ha hundido en ciertas partes durante el siglo pasado, «tiene una capilla inclinada y un campanario al que se le insertaron cuñas de piedra durante su construcción, como una calza debajo de la pata de una mesa que se tambalea«, señala Michael Kimmelman en el diario.
De acuerdo con Arnoldo Kramer, director de la oficina de Resiliencia de la Ciudad de México, “El cambio climático se ha convertido en la amenaza a largo plazo más grande para el futuro de la ciudad. Y esto es porque está vinculado al agua, la salud, la contaminación del aire, la interrupción del tránsito a causa de inundaciones, la vulnerabilidad de la vivienda por derrumbes, lo cual quiere decir que no podemos empezar a atender ninguno de los problemas reales de la ciudad sin hacer frente a la cuestión climática”.
Por otra parte, Ramón Aguirre Díaz quien es director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México y habló de dos peligros que se avecinan.“Se espera que el cambio climático tenga dos efectos. Esperamos lluvias más fuertes e intensas, lo cual significa más inundaciones, pero también sequías más prolongadas y fuertes”.
Ambos factores, las altas temperaturas y las sequías implican mayor evaporación y una demanda elevadísima de agua, por lo que se incrementará la presión de conseguir agua desde zonas de reserva distantes, a costos exageradamente altos, o la otra opción es drenar aún más los acuíferos subterráneos, pero esto aceleraría el colapso de la ciudad.
Vale la pena recordar que actualmente solo Ciudad de México importa casi el 40 por ciento de su agua de fuentes remotas, «para después desperdiciar más del 40 por ciento del agua que corre a lo largo de sus aproximadamente 12.000 kilómetros de tuberías debido a fugas y ordeña«, señala el New York Times. El agua se desperdicia porque la ciudad no cuenta con la capacidad para reciclar aguas negras ni para recolectar agua lluvia, «por lo que se ve obligada a expulsar la impactante cantidad de más de 700 mil millones de litros de aguas residuales y de lluvia por desagües paralizados como el Gran Canal«, generando olores insoportables.
Si deja de llover y no hay suficiente agua para abastecer a las represas de las que se nutre la ciudad, ¿qué pasaría sin agua? El D.F no tiene la capacidad para atender una emergencia como esta y los disturbios que vendrían después, de millones de personas clamando por agua, serían catastróficos. Y por el otro lado, si hay inundaciones y se desbordan las aguas negras del Gran Canal, la pestilencia e insalubridad de la ciudad sería nefasta.
Otro problema que también se mencionó en el artículo fueron las ondas de calor. Con el calentamiento global se está viendo que la temperatura está aumentando dramáticamente. En el caso de Ciudad de México sería inmanejable. Mucho calor y sin agua, es una mezcla catastrófica.
Según un estudio mencionando en el artículo, se predice que «un 10 por ciento de los mexicanos entre los 15 y 65 años podrían intentar emigrar al norte como resultado de las altas temperaturas, inundaciones y sequías, que probablemente desplazarían a millones de personas y aumentarían aún más las tensiones políticas sobre migración«.
Es como una formación de dominó, una ficha cae, luego la siguiente y las consecuencias serían gravísimas. Es que no sólo está en juego la estabilidad y la vida de la gente en Ciudad de México. El cambio climático afectará estructuras económicas y sociales en todo el mundo. El escritor Christian Parenti advierte en su libro ‘Tropic of Chaos ‘Climate Change and the New Geography of Violence’, que “ninguna muralla, arma, alambrado, dron armado ni mercenario desplegado de manera permanente podrá salvar a la mitad del planeta de la otra mitad”.
Ciudad de México es una de las más grandes y pobladas del mundo. El crecimiento acelerado ha dado lugar a una megalópolis que es ahogada con el dióxido de carbono de los automóviles, lo que genera más calor y la convierte en una de las ciudades más contaminadas que existen.
Lo más preocupante es que no se ven soluciones. En el artículo se señala que si bien hay gente con ideas increíbles y muy preocupadas por la situación ambiental de la ciudad, el gobierno está en otro canal.
«El gobierno federal mexicano se plantea construir un enorme aeropuerto gigante en el lecho seco de un lago, precisamente el peor lugar para su construcción. Recientemente, recortó por completo el presupuesto federal para reparar las tuberías de la ciudad, así como el metro y otra infraestructura crítica. Se trata, en parte, llanamente de política. El jefe de gobierno de Ciudad de México ha hablado sobre postularse a la presidencia. El gobierno actual no quiere hacerle ningún favor. Al mismo tiempo, las autoridades federales tienen su propia agenda y promocionan nuevas carreteras y el crecimiento urbano.
La desconexión entre los funcionarios locales y federales no es exclusiva de México. Suele pasar que las grandes ciudades salen perjudicadas cuando políticos estatales y federales atienden a un electorado distinto, como si a fin de cuentas las consecuencias no fueran desastrosas para todos«.
Que triste pensar que un sus inicios, ese valle era hogar de lagos y el agua estaba a pedir de boca.