El fotógrafo Omar Robles muestra impresionantes fotografías de bailarines legendarios en Cuba, danzando en las calles. Cuba es la cuna de algunos de los mejores bailarines del mundo, puesto que el ballet es una suerte de tesoro nacional.
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Los que pertenecen a la Compañía de Ballet Nacional de Cuba de Alicia Alonso tienen un sueldo mayor al de un médico y son tan famosos como las estrellas del pop en los Estados Unidos. El gobierno cubano dota fondos para la formación del ballet, así como la subvención de entradas para las presentaciones del mismo.
Los bailarines cubanos afirman que su habilidad la llevan en los genes. No sólo los profesionales saben bailar, sino que en las calles también se puede encontrar a alguien que puede bailar tan bien como uno de ellos.
Y en un país históricamente asociado con el machismo, no son sólo las mujeres las que disfrutan del encanto de ballet. «Antes eran como una extravagancia y eran marginados». «Ahora los hombres, en uno de los países más machistas del mundo, claman para ponerse sus medias de baile».
El bailarín del Royal Ballet de origen cubano Carlos Acosta reitera el sentimiento: «yo quería jugar al fútbol, pero cuando vi a los profesionales de la Escuela Nacional de Ballet de Cuba por primera vez, cambió mi vida para siempre«.
El fotógrafo Omar Robles durante mucho tiempo se ha fascinado por el legado de la danza del país. Recientemente viajó a Cuba para conocer a los hombres y mujeres que han hecho del ballet un elemento básico en su vida.
«En los últimos dos años he dedicado mi trabajo casi exclusivamente a fotografiar a los bailarines de ballet en los entornos urbanos«. Robles escribió en su blog: «Cuba tiene una de las mejores compañías de ballet, por tanto, soñé con visitar la isla durante mucho tiempo. Sus bailarines son sólo algunos de los mejores bailarines del mundo. Tal vez es porque el movimiento y el ritmo corre en su sangre afrocaribeña, pero lo más probable es que se deba a la escuela rusa de formación, que es parte de su patrimonio».
Las fotografías resultantes, publicadas en su Instagram, capturan algunos de los mejores talentos de Cuba, que saltan, giran y se extienden en las calles, ofreciendo un hermoso e incluso surrealista vistazo de cuán profundamente arraigado está el ballet en Cuba.
Mostramos una breve entrevista con Robles sobre cómo llegó a la fotografía y cómo su viaje a Cuba impactó su trabajo.
¿Cuál es su formación? ¿Dónde nació y cómo hizo para incursionar en la fotografía?
Nací en Puerto Rico, en agosto de 1980. Me trasladé a los EE.UU. en 2011, primero a Chicago y luego a Nueva York en 2013. Empecé a hacer fotografía cuando estaba terminando mi licenciatura en artes visuales y comunicaciones. La fotografía era parte de mi plan de estudios. Cuando empecé a fotografiar me di cuenta de que, al igual que el teatro mimo, la fotografía era un medio de comunicación no verbal increíble, sin embargo, me permitió capturar las emociones fugaces y contar una historia por un tiempo mucho más largo que el teatro mimo.
Hablando de teatro gestual, ¿me puede decir un poco más acerca de cómo Marcel Marceau ha influido en su fotografía?
Marceau tenía un montón de cosas que decir, entre ellas, solía decirnos: «Nunca logres una conversación con un mimo, porque nunca se calla«. Fue una broma, pero lo que significaba es que como artistas, teníamos que permanecer dentro de una elocuente simplicidad. Ser económicos con nuestros movimientos y ser capaces de evocar la emoción en vez de mostrar la emoción. Esto se teje en mi ADN artístico y es todavía la forma en que trato de crear aún cuando fotografío.
¿Cómo y cuándo usted decide hacer fotografía urbana de bailarines?
Fue hace unos dos años y medio. Yo estaba haciendo mi portafolio en parte con fotografías urbanas y en parte con fotografía documental, allí me di cuenta de que había perdido parte de mi experiencia artística, la fotografía de bailarines en ambientes urbanos fue la forma de conciliar mi experiencia artística con la fotografía.
¿Qué le trajo a Cuba?
Yo pude ir a Cuba gracias a una subvención de la Fundación Bessie. Había soñado con ir allí desde hace bastante tiempo. Históricamente, los bailarines cubanos son algunos de los mejores en el mundo, que es una de las razones por las que quería ir allí. Al mismo tiempo, Puerto Rico y Cuba tienen una fuerte conexión.
¿Cómo describiría su experiencia allí, en el país y con los bailarines?
Yo sólo lo puedo describir como que altera la vida. Su filosofía y respeto hacia los demás es increíble. La cultura y el arte son muy valoradas y se puede ver la forma en que hace una diferencia en la perspectiva del país. A pesar de todas sus luchas, el ambiente general en Cuba se mantiene optimista. Era ese optimismo el que se me quedó más. Los bailarines tienen un gran sentido de la autoestima y se sienten orgullosos de bailar, sobre todo debido a la actitud del país hacia las artes. Esto también se me quedó grabado.
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