Seguro cuando eras niño te decían que si te tragabas un chicle lo tendrías en el cuerpo por siete años, y podías asustarte y no tragarlos o hacerlo sólo para ver qué pasaba. Pero ahora vamos a descubrir qué es lo que realmente pasa en tu cuerpo cuando te comes un chicle.
El chicle está compuesto de una base de goma a la que se le incluyen ingredientes tales como grasas, emulsionantes, colorantes, saborizantes, conservantes y edulcorantes. Los primeros chicles se hacían con resinas de árbol, pero hoy en día, la base de goma es, generalmente, sintética.
Al masticar un chicle, el cuerpo cree que vamos a ingerir comida y comienza la digestión. Las enzimas comienzan a digerir los ingredientes más solubles del chicle, como los azúcares, pero la mayoría de los compuestos permanecen sin digerir.
Como también se activan las contracciones del estómago propias de la digestión, las enzimas pancreáticas y la bilis, el chicle viaja del esófago al estómago y allí se agita por horas, pasa a los intestinos y finalmente es desechado en las heces.
Según la gastroenteróloga Lisa Ganjhu, médico de la ciudad de Nueva York, el chicle simplemente pasará por el cuerpo igual que otro alimento, sólo que no es digerido por completo. Es parecido a tragar maíz, el cual pasa a través del aparato digestivo y sale casi intacto.
“El tracto gastrointestinal es muy fuerte. Si puede digerir un bistec, puede digerir un chicle, por lo que los fuertes movimientos gástricos y los ácidos de las enzimas llevan el chicle hacia abajo. La diferencia es que no se disuelve completamente debido a sus propiedades químicas y el intestino delgado no lo absorbe como a la mayoría de los alimentos”, afirmó la doctora Ganjhu.
Por lo tanto ya sabemos que no se nos quedará pegado por años dentro del cuerpo. Sin embargo, los expertos aconsejan de todas formas no tragarlo. En primer lugar no posee ningún aporte de nutrientes para el cuerpo y sólo agrega exceso de azúcar al organismo.
Por otro lado, también es posible que, si tragas una cantidad muy grande de chicle, éste se quede atorado en la boca del esófago y te ahogues. De igual modo, se han registrado casos (sobre todo en los niños, que tienen un sistema digestivo más pequeño) donde se les ha obstruido el intestino debido a una ingesta excesiva de chicles y han requerido intervención quirúrgica.
En conclusión, si bien tragarte accidentalmente un chicle no te hará daño y simplemente lo expulsarás en la digestión, no es recomendable hacerlo habitualmente y es preferible poner atención en los niños pequeños para evitar alguna obstrucción.