La escena ocurrió una tarde cualquiera en la sucursal de un banco cualquiera de la ciudad de Nueva York. Un adolescente de apenas 15 años ingresó a la entidad con el requerimiento de sacar una copia de su tarjeta de débito, perdida hacía unas horas en la calle. El empleado le solicitó la autorización de su tutor y él entró en crisis: sus padres se encontraban a miles de kilómetros, en Australia. El trabajador bancario jamás lo supo, pero con un simple requerimiento burocrático dejó casi sin reacción al que hoy es considerado el Mark Zuckerberg del futuro. Se trata de Ben Pasternak, un chico de 16 años, CEO de una aplicación que promete revolucionar internet -como lo hicieran en su momento Facebook, Twitter o Snapchat– y que se convirtió en el nuevo abanderado de la generación de los «Teenius» (Mezcla en inglés de las palabras «adolescente» y «genio»).
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Hoy en día, y todavía sin poseer la edad suficiente como para sacar el registro de conducir, el australiano es el CEO de la aplicación llamada Flogg, señalada como la plataforma de compra y venta por internet que romperá con todo lo establecido.
Tiene siete empleados a su cargo -todos mayores que él-, trabaja entre 14 y 16 horas diarias y la gran mayoría de las corporaciones más importantes de Silicon Valley tratan de sacarse los ojos para contratarlo.
«Lo vi desde un principio y lo supe. Ben canaliza su pasión de una manera hermosa y muy creativa. Él tiene la capacidad intelectual como para divertirse creando videojuegos, pero lo suyo va más allá: está interesado solamente en mejorar la tecnología del mundo«, analizó Anna su madre y psicoanalista de profesión.
Hoy, Pasternak está enfocado exclusivamente en crecer como desarrollador y tiene un único y ambicioso objetivo en mente: «Espero, dentro de 10 años, poder lograr tener una compañía propia como Apple»
Del aburrimiento en clase a la fama
Su salto a la primera línea de los desarrolladores web se dio de un modo que representa a la perfección a su generación: tenía 10 años y se encontraba en un nuevo momento de aburrimiento absoluto durante una clase de ciencia en la escuela primaria. Fue entonces cuando, con su laptop delante, se le ocurrió la idea de un juego para celulares.
Se puso en contacto de inmediato con su amigo de Estados Unidos Austin Valleskey -a quien conocía por el grupo de Facebook High School Hacks, y en el cabo de unas horas ambos terminaron de crear el llamado «Impossible Rush», un juego que consiste simplemente en hacer coincidir el color de una pelota que cae con el de una rueda que gira en la pantalla.
El emprendimiento tuvo en su principio un fin meramente lúdico. De hecho, le vendieron los derechos del producto por apenas 200 dólares a su amigo Carlos Fajardo.
Sin embargo, el resultado fue más que inesperado: en apenas un día, la aplicación había superado en la lista de descargas diarias a gigantes como Vine y Tinder: «Cuando vi eso, empecé a chatear con Austin y a tratar de explicarle lo que estaba pasando. Ninguno de los dos lo podía creer».
«Impossible Rush» fue descargado en un año unas 1,4 millones de veces, suficiente como para que Pasternak empezara a recibir ofertas de todos grandes cerebros de la industria norteamericana de manera inmediata.
Al otro lado del mundo
Fue recién a los 15 años cuando el joven genio les comunicó a sus padres su intención de mudarse a Nueva York para continuar con su carrera «profesional». Esa decisión estaba acompañada del abandono de la escuela secundaria, a lo que los progenitores tuvieron que aceptar a desgano.
«Era algo que iba a suceder de una u otra manera. Ellos sabían que yo necesitaba venir a Estados Unidos para mejorar y también sabían que estaba en condiciones de poder dar este gran paso«, aseguró el techie precoz.
«Hoy mi vida es extraña para alguien de mi edad. Tengo que cocinarme todos los días, lavar la ropa, mantener todo el departamento ordenado. Pero lo hago con gusto. Todos los días sigo aprendiendo un poco», afirmó, Pasternak, cuyos padres decidieron permanecer en Australia para acompañar la crianza de sus dos hermanos pequeños.
Una vez consagrado con su primer gran hallazgo y ya mudado al «lugar donde todo sucede», el niño prodigio no tardó demasiado en encontrar inversores que apuesten a sus emprendimientos.
Así, consiguió una base de 2 millones de dólares para desarrollar la última gran joya y la app que revolucionará el mercado en el futuro: Flogg. Para eso, recibió el apoyo de John Maloney, antiguo presidente de Tumblr y uno de los empresarios más prestigiosos de la especialidad.
«La última vez que invertí en un chico de 15 años me fue bastante bien», dijo el entrepeneur, en referencia a David Karp, creador de esa misma red social Tumblr.
«Al igual que David, Ben es muy inteligente y sabe lo que quiere para su vida. Tiene mucho talento y, a pesar de su edad, es capaz de crear experiencias y productos únicos«, agregó.
A su vez, Flogg se aproxima como el nuevo paradigma en el universo de la compra y venta online. Tiene dos particularidades: la primera es que realizó la mezcla perfecta entre el mundo del mercado por internet y las redes sociales. Uno puede ver y comprar solamente de la lista de objetos en venta que aparecen en los perfiles de sus amigos y los amigos de sus amigos. Eso produce un incremento abrupto en la confianza de la transacción. Al tratarse de un amigo o de un conocido, hay una fe ciega de cara al proceso de la compra.
La segunda es la velocidad con la que se puede conseguir el producto: «Muchas de las grandes ideas que todavía tienen éxito, como Facebook, salieron de la cabeza de adolescentes. Al momento de navegar por internet, nuestra generación tiene que pasar a veces por procesos que son demasiado complejos y nuestro objetivo es solucionar eso. Ebay tiene 26 pasos para poner un producto en venta y realizar una compra. Flogg solo tiene cuatro«, explicó el protagonista.
Por el momento, Pasternak se prepara para consolidar su imagen de nuevo gurú del mercado techie global. Admirador de Mark Zuckerberg, al que vio sólo dos veces en sus visitas a las oficinas de Facebook («Estuvo todo el tiempo reunido, me moría por estar dentro de esa sala»), sólo se muestra interesado en innovar y mejorar el campo que más ama. Mientras tanto, continúa dedicando las noches de fines de semana para jugar videojuegos o reunirse en una casa con amigos y transita su precoz madurez en Nueva York de la mano de su novia, protagonista de la mayoría de fotos de su cuenta de Instagram.