Conoce a las monjas del Kung-Fu: Creado sólo para mujeres de Nepal para que pudieran practicar este arte marcial mortal hecho famoso por Bruce Lee.
En el sistema monástico budista, inherentemente patriarcal, las mujeres son consideradas inferiores a los hombres. Los monjes suelen ocupar todas las posiciones de liderazgo, dejando a las monjas las tareas del hogar y otras tareas tediosas.
Pero en 2008, el líder del linaje Drukpa (de 1.000 años de antigüedad), Su Santidad el Gyalwang Drukpa, cambió todo eso. Vestidas con una túnica marrón tradicional modificadas en el estilo de uniformes de kárate, las caras sonrientes de las monjas ocultan una energía y una fuerza increíble.
Apenas eran las 5 am, pero en el convento de monjas Druk Gawa Khilwa en Katmandú (Nepal) las monjas ya estaban practicando Kung Fu. Con una pierna doblada hacia adelante y la otra estirada hacia atrás, se lanzaron en el aire varias veces, en la búsqueda de la perfección en una serie de patadas impecables. Los gritos de la energía marcados en cada movimiento, un acompañamiento estridente a los tambores en auge.
Su santidad Gyalwang Drukpa, después de una visita a Vietnam donde vio monjas que recibieron entrenamiento de combate, decidió llevar la idea de nuevo a Nepal, para fomentar entre sus monjas el aprender defensa personal. Su motivo es simple: promover la igualdad de género y la autonomía de las mujeres jóvenes que en su mayoría, provienen de familias pobres de la India y el Tíbet.
Cada día, 350 monjas con edades comprendidas entre 10 y 25 años participan en tres intensas sesiones de entrenamiento, donde practican los ejercicios que les fueron enseñados por sus maestros, quienes las visitan dos veces al año desde Vietnam.
De igual modo perfeccionan sus posturas. Ellas manejan armas tradicionales como el “ki am” (espada), “dao pequeño” (sable), “gran dao” (alabarda),“tong” (lanza) y el “nunchaku” (cadena unida a dos barras de metal).
A las que tienen una fuerza física y mental excepcional se les enseña la técnica de romper ladrillos, que se hizo famosa en innumerables películas de artes marciales pero sólo se lleva a cabo en ocasiones especiales, como el cumpleaños de Su Santidad.
Las monjas (la mayoría de ellas con cinturones negros) coinciden en que el Kung Fu les ayuda a sentirse seguras, a desarrollar confianza en sí mismas, las mantiene fuertes y en forma. Incluso, una ventaja añadida es el beneficio de la concentración, lo que les permite sentarse y meditar por períodos más largos de tiempo.
Jigme Konchok, una monja de unos 20 años que ha estado practicando Kung Fu durante más de cinco años, explicó el proceso: «Tengo que estar constantemente al tanto de mis movimientos, saber si son correctos o no y corregir de inmediato si es necesario. Debo enfocar mi atención en la secuencia de movimientos que he memorizado y en cada movimiento a la vez. Si la mente se distrae, entonces el movimiento no es correcto o el palo cae. Es lo mismo en la meditación».
En nombre de la igualdad de géneros, el Gyalwang Drukpa también anima a sus monjas a aprender habilidades tradicionalmente masculinas, tales como la plomería, instalación de accesorios eléctricos, mecanografía, el ciclismo y el inglés. Bajo su dirección, se les enseña a dirigir la oración y se les da las habilidades básicas de negocios, trabajo típicamente realizado por los monjes, así como encargarse de la casa de huéspedes y de la cafetería del convento.
Las mujeres progresistas incluso, manejan en un auto 4×4 desde la montaña Druk Amitabha hasta Katmandú (a unos 30 kilómetros de distancia) para obtener suministros. Imbuidas de una nueva confianza, ellas están empezando a utilizar sus habilidades y energía en el desarrollo de la comunidad.
Cuando Nepal fue golpeado con un terremoto en abril de 2015, las monjas se negaron a trasladarse a una zona más segura y en vez de eso, caminaron entre los pueblos cercanos para ayudar a remover escombros y recuperar los caminos. Distribuyeron alimentos a los sobrevivientes y ayudaron a ubicar las tiendas para el refugio.
A principios de este año estas monjas, encabezadas por Su Santidad, recorrieron 2.200 kilómetros desde Katmandú a Delhi para difundir el mensaje de la conciencia del medio ambiente y fomentar el uso de las bicicletas en lugar de autos.
Y cuando las monjas visitan zonas plagadas por la violencia, como Cachemira, ellas dan conferencias sobre la importancia de la diversidad y la tolerancia. Lo más destacado en la agenda de las monjas, sin embargo, es la promoción de la autonomía de las mujeres.
«El Kung Fu nos ayuda a desarrollar un cierto tipo de confianza para cuidar de nosotras mismas y de otros en tiempos de necesidad». Explicó Konchok.