Si creíste al leer el título de esta nota que al referirnos a una Escuela de Hacker te hablaríamos de un centro de ladrones cibernéticos, te equivocaste. Si hay conceptos errados en este mundo es el del Hacker.
Pero no es tu culpa que pensés que los hackers son los ‘estafadores’ de la informática que ingresan a los softwares de bancos y empresas para robar. Lo han dicho en la radio, en la televisión y seguramente lo has leído en el periódico. “Es un error que lleva años en los medios de comunicación. Han confundido cracker con hacker, dándole un mal concepto a este último”, dice Juan Guillermo Gómez, uno de los fundadores de DevHack, la Escuela de Hacker que funciona en Cali hace cuatro meses.
Más que una aclaración, esta frase se ha convertido en la carta de presentación de este Software Architect caleño para hablar de su escuela y no causar rechazo en la gente, especialmente de los que no tienen ni idea sobre software.
Para que te quede claro, los crackers son la ‘oveja negra’ entre el gremio de ingenieros de sistemas. Aunque cuentan con conocimiento en redes e informática, aunque no siempre de niveles altos, su fin son los objetivos ilegales, como el robo de contraseñas, destrozar la seguridad de una red doméstica o esparcir un virus informático a un gran número de computadoras.
Los hackers, los de la mala fama, son todo lo opuesto. Reciben ese nombre las personas con conocimientos altos en una o más áreas de la ciencia de la informática, los que son curiosos y les gustas entender cómo funcionan los sistemas profundamente, que aceptan retos, que les gusta resolver problemas complejos con creatividad con el ánimo de ayudar a los demás y saciar su inofensiva curiosidad.
Cambiar el concepto errado de hacker no fue el objetivo por el que Diana Guzmán y Juan Guillermo fundaron DevHack (developers hackers), nombre de la primera Escuela de Hacker en Cali. Pero si en algo ayudaba estaba bien. Lo que motivó a esta administradora de empresas y a este desarrollador de software a crear este tipo de espacios en la ciudad es una razón mucho más fuerte: acercar a las personas y especialmente a niños al mundo de la tecnología, que comprendan que desde un PC también se puede cambiar el mundo positivamente.
De hecho para ser alumno de DevHack no necesitás saber cómo se hace o funciona una ‘app’ o ser diestro en una herramienta digital, allí lo que importa es cuánto estás dispuesto a aprender. Por eso los alumnos no están categorizados por edad o profesión sino por los curiosos, sedientos que estén de información y las ganas que tengan de ser un verdadero hacker.
“Tenemos cursos de programación y desarrollo de software desde cero para quienes no han tenido contacto con el tema. No es fácil, pero tenemos herramientas y metodologías de enseñanza que pueden ser comprendidas hasta por un niño”, cuenta Diana Guzmán.
Incluso sus fundadores tienen pensado abrir el espacio a niños mayores de 8 años y ya adelantan alianzas con colegios de la ciudad. De acuerdo con Diana, en DevHack, la meta es incentivar el lado positivo de la tecnología en los más pequeños, que a través de ella puedan innovar, ser creativos y fomentarles la cultura del emprendimiento.
Para ello ponen al alcance de los alumnos: conceptos, lenguajes y herramientas de vanguardia para el desarrollo de software con el fin de que las personas incrementen su perfil de desempeño con habilidades que superan cualquier título profesional. En la Escuela de Hacker también se asesora a quienes creen tener potencial emprendedor pero temen dar el salto.
“Queremos ser un complemento a la educación formal, ayudar a que el caleño asuma la cultura de capacitarse constantemente. Y orientar a los ingenieros en lenguajes informáticos que necesita de verdad la industria, pero que muchas veces las universidades no los brindan”, concluyen Diana y Juan, dos apasionados por la tecnología.
Hasta el momento en DevHack se han desarrollado cuatro cursos: Programación en Android, Programación en iOS, Firebase y Angular 2. También ha liderado bootcamps y cursos en Tulúa. Y hasta la fecha cuentan con más de 60 estudiantes inscritos.