Este 22 de enero, el Boletín de los Científicos Atómicos anunció que el Reloj del Juicio Final había avanzado hasta dos minutos para la medianoche. ¿Pero qué significa eso exactamente?
Bulletin of the Atomic Scientists
El número en sí, dos minutos, no significa nada muy preciso. No es una medida de cuánto tiempo nos queda de vida, o la probabilidad exacta de un apocalipsis en este mismo momento. Una buena analogía sería pensar que la humanidad camina sobre la cuerda floja por encima de un profundo cañón, si el cañón representa una guerra nuclear, una catástrofe provocada por el clima o algún otro escenario catastrófico hecho por el hombre. El Reloj del Juicio Final, entonces, representa cuán inestable parece ser el equilibrista en un momento dado.
Y es una medida subjetiva. No hay una fórmula para el reloj del Juicio Final. El reloj es una medida de cuán preocupados están los miembros del consejo del Boletín de los Científicos Atómicos sobre una catástrofe global, basada en el estado general de las cosas, y es su intención es transmitir esa preocupación a los líderes mundiales y al público en general con la esperanza de provocar un cambio constructivo.
«¡Estás bamboleando mucho!» los científicos atómicos gritan al equilibrista. «¡Estas a punto de caer!» El objetivo, por supuesto, es que el equilibrista se enderece y no se caiga, en otras palabras, que la humanidad se dé cuenta de que se dirige en una dirección peligrosa y reduzca el conflicto, limite la proliferación nuclear o tome medidas rápidas y significativas sobre el cambio climático.
Entonces, el reloj es, como lo dice el investigador Anders Sandberg, «una forma de retórica probabilística«, pero ¿de dónde vino? En 1947, un grupo de veteranos científicos del Proyecto Manhattan, los Científicos Atómicos de Chicago, colocaron un reloj, con su manecilla de minutos configurada a las siete en punto de la medianoche, en la portada de su diario, el Boletín de los Científicos Atómicos. El gesto fue una expresión de preocupación acerca de la creciente amenaza de guerra nuclear con la Unión Soviética.
Desde 1947, los miembros de la junta del Boletín han ajustado el reloj 23 veces, a veces hacia adelante, a veces hacia atrás. La última vez que el reloj estuvo cerca de la medianoche fue en 1953, cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética comenzaron a probar las primeras bombas de hidrógeno. En 1991, con el final de la Guerra Fría y la desintegración de la Unión Soviética, el reloj retrocedió todo el camino hasta los 17 minutos hasta la medianoche. En 2007, el reloj del Juicio Final comenzó a tener en cuenta otras preocupaciones además de la guerra nuclear, siendo el cambio climático el mayor de esos problemas, pero los miembros de la junta del Boletín también consideran armas biológicas, Inteligencias Artificiales rebeldes y la guerra cibernética. El futuro potencial es un lugar alegre ¿no lo crees?
El reloj se detuvo a los 3 minutos para la medianoche en 2015, luego avanzó a dos minutos y medio el año pasado, la primera vez que el Boletín había usado medio minuto. Ahora está marcado de nuevo, a dos minutos para la medianoche, lo más cerca que hemos llegado desde 1953.
«En 2017, vimos un lenguaje peligroso en el ámbito nuclear calentar situaciones ya peligrosas y volvimos a aprender que minimizar las evaluaciones basadas en evidencia con respecto al clima y otros desafíos globales no conduce a mejores políticas públicas«, escribió el Editor de el Boletín de los científicos atómicos John Mecklin en el anuncio. «El Consejo de Ciencia y Seguridad del Boletín una vez más ha evaluado el progreso (en realidad la falta de él) en la gestión de las tecnologías que pueden brindar alivio y daño a la humanidad».
Es importante tener en cuenta que el reloj del Juicio Final no se mueve en respuesta a eventos específicos. En cambio, la junta se reúne dos veces al año para discutir si se debe mover la mano, en función de la situación global general. Un tuit de Trump, una amenaza de Corea del Norte o un ataque terrorista no cambiarán el minutero, al menos por sí solo. Ni siquiera se movió para la crisis de los misiles cubanos de 1962.
Pero recuerda, es aún más importante tener en mente que cada ciudadano, cada consumidor y cada votante tiene el poder de ayudar a que el reloj retroceda.