El misterio de la desaparición de la legendaria piloto Amelia Earhart finalmente pudo haber sido resuelto, gracias a un nuevo estudio forense que muestra una gran probabilidad de que los huesos encontrados en una isla en el Pacífico Sur sean los de la famosa pionera estadounidense.
En un nuevo estudio publicado en Forensic Anthropology, Richard Jantz, profesor emérito de antropología y director emérito del Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee-Knoxville (Estados Unidos), determinó que los huesos encontrados en 1940 en la isla de Nikumaroro (Kiribati) «tienen más similitudes con Earhart que con 99 por ciento de las personas en una gran muestra de referencia«.
Jantz utilizó nuevas técnicas para revisar los hallazgos originales de D. W. Hoodless, el médico que originalmente examinó los huesos después de su descubrimiento en la isla por un funcionario británico. Hoodless determinó que pertenecían a un hombre, pero el error, según Jantz, fue uno honesto que ha sido corregido por los avances en la tecnología.
Un programa de computadora llamado Fordisc que puede clasificar las mediciones esqueléticas por sexo y ascendencia, que Jantz co-creó, ayudó a determinar que los huesos, de hecho, pertenecen a una mujer. Además, según la universidad, Jantz usó otras fuentes, como medidas de ropa y fotos con Earhart junto a objetos escalables, para ayudar a determinar el tamaño de su hueso.
Su investigación también llevó a Jantz a descartar la posibilidad de que los huesos pudieran pertenecer a un nativo de las islas del Pacífico o a uno de los 11 hombres asesinados cuando el barco Norwich City se estrelló en la isla en 1929. También respalda sus hallazgos previos realizados en nombre del Grupo Internacional de Recuperación Histórica de Aeronaves (TIGHAR).
Dado los resultados estadísticos de su estudio, junto con otras evidencias encontradas en la larga búsqueda de Earhart, como un zapato de mujer y una caja de sextante estadounidense, Jantz determinó que «hasta que se presente evidencia definitiva de que los restos no son los de Amelia Earhart, el argumento más convincente es que son de ella».
Y así parece que uno de los mayores misterios de la historia finalmente está a punto de desaparecer.