El gobierno de la República Democrática del Congo (RDC) declaró recientemente un brote de ébola en Bikoro, una ciudad mercante remota en el noroeste del país. Dos personas fueron confirmadas fallecidas a raíz de la enfermedad por pruebas de laboratorio.
El gobierno de la República Democrática del Congo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), Médecins Sans Frontières (Médicos Sin Fronteras) y una serie de otras ONG inmediatamente se pusieron en acción. La RDC ha evitado ocho brotes previos, por lo que las cosas probablemente iban a estar bien, siempre y cuando el virus no se propagara a una gran ciudad.
Luego vinieron las malas noticias. Apenas unos días después de que se anunciara el brote de Bikoro, la OMS confirmó un caso de ébola en Mbandaka, una ciudad de aproximadamente 1,2 millones de habitantes, ubicada a 145 kilómetros de distancia. Peter Salama, subdirector general de preparación y respuesta ante emergencias de la OMS, describió el giro de los acontecimientos como «un gran, gran cambiador de juego en el brote«.
Aunque la OMS dijo que ahora tiene mejores herramientas para tratar la enfermedad, el riesgo de que el brote se descontrole sigue siendo muy alto. ¿Entonces qué debería hacerse?
Al buscar precedentes sobre cómo contener la enfermedad, quizás podría ser útil considerar un tipo de desastre completamente diferente, como el desastre nuclear de Fukushima (Japón) en 2011. Podría argumentarse que las autoridades japonesas que manejaron la fuga nuclear podrían proporcionar lecciones sobresalientes sobre cómo lidiar con el brote de ébola. Las tres principales acciones que tomaron dichas autoridades fueron: contener el riesgo, comunicar el progreso y aumentar la conciencia pública.
Contener el riesgo
Las autoridades japonesas salvaron miles de vidas creando zonas de exclusión, protegidas por barricadas, para limitar la exposición del público a la radiación. La RDC podría necesitar considerar un enfoque similar para restringir el movimiento entre áreas infectadas y no infectadas y así evitar que el virus se propague.
Las zonas de exclusión permitirían a las autoridades inspeccionar a las personas que entran o salen de las zonas, utilizando termómetros de infrarrojos, por ejemplo. Y aquellas personas marcadas como un riesgo probable podrían evaluarse más a fondo.
Las zonas de exclusión también podrían brindar la oportunidad de evaluar la salud de las personas dentro de las zonas de manera más rápida y efectiva.
Comunicar el progreso
Aunque la creación de zonas de exclusión ayudará a las autoridades a contener la propagación del virus, también es probable que se generen rumores, sospechas y temores entre la población local. Por lo tanto, será importante que las autoridades desarrollen una estrategia de comunicación efectiva para proporcionar la información más reciente sobre las medidas adoptadas y, quizás lo más importante, la eficacia de esas medidas.
Al formular una estrategia de comunicación, las autoridades deberán pensar cuidadosamente qué información se debe compartir con el público y cómo comunicarla.
Sensibilizar a la población
Los seminarios de radiación para niños escolares se llevaban a cabo anualmente en las escuelas de Soma, una ciudad del nordeste de la Prefectura de Fukushima, con el fin de enseñar a los niños sobre la radiación. De manera similar, las autoridades de la RDC deben intensificar las campañas de concientización para ayudar al público a comprender el Ébola, sus síntomas, cómo se propaga y, lo que es más importante, cómo evitarlo cuando está en el vecindario.
Las campañas de sensibilización para niños escolares y el compromiso con el público en general generarán conciencia sobre la enfermedad y ayudarán a las personas a evitar enfermarse. Estas campañas, al empoderar a las personas con conocimiento, finalmente establecerán comunidades más fuertes y prepararán al público para los brotes posteriores.
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