Fernando Serrulla, antropólogo forense de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, muestra uno de los 45 cerebros saponificados de los muertos por las fuerzas del dictador Francisco Franco, que se encontraron en el 2010 en una fosa común alrededor de una zona conocida como La Pedraja.
Lo curioso en este descubrimiento es, ¿cómo resistieron los cerebros más de 80 años en una fosa húmeda en La Pedraja, cerca de Burgos, España?
Al parecer, el suelo arcilloso donde se excavó la tumba desempeñó un papel importante, al igual que las temperaturas por debajo y las lluvias. Todos estos factores conspiraron para retrasar el proceso normal de descomposición, dijo el antropólogo forense Fernando Serrulla en un estudio que detalla los hallazgos.
«La fosa común es de la guerra civil que asoló a España de 1936 a 1939. Probablemente, las víctimas fueron fusiladas y enterradas en el verano y el otoño de 1936″ dijo Serrulla.
Para diciembre, la fosa común era una «piscina de cuerpos saponificados«, dijo el antrópologo. En otras palabras, la saponificación los había convertido en jabón. Poco a poco, los cuerpos comenzaron a deshidratarse y esa es la razón del aspecto encogido de los cerebros.
Pero 45 de los 104 cuerpos tenían formaciones de cera grave – una película desmenuzable de grasa corporal que normalmente se forma en cadáveres en ambientes con bajo contenido de oxígeno. La cera grave ayuda a conservar los tejidos; esta cera ayudó a conservar la morfología externa de los cerebros. Mientras tanto, los cráneos protegían los cerebros de la tierra ácida.
Aparte de los cerebros, la mayoría de los otros tejidos corporales se descompusieron. Pero un cadáver de los 104 tenía un órgano aún intacto: el corazón.
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