Gael García Bernal de Guadalajara, México, lleva la actuación en la sangre. Además de ser hijo de los actores José Ángel García y Patricia Bernal, otros miembros de su familia se han dedicado a este oficio.
Sin embargo, confiesa: “En algún momento pensé que iba a poder a escapar de esa vida. Luché toda mi vida para no ser actor, pero aquí estoy, no salió”.
Claramente, no
Llegué a imaginarme médico, pediatra, periodista, futbolista y hasta filósofo. Pero la actuación me atrapó, por sobre todo el teatro, que me dio ese lugar de experimentación, y de investigación. Me interesa ese aspecto de la actuación. Por eso necesitaba volver. Los que me conocen bien, mis amigos, como Diego Luna, hacía rato que venían diciéndome ‘haz teatro’, porque uno encuentra aquí muchas respuestas; es un lugar de mucho arraigo, de mucha familia y también de mucha intimidad. El teatro te da la oportunidad de ejercer la libertad, de generar experiencias únicas. Hay muchos montajes que aún viven en mi cabeza, que me transformaron, que me guiaron.
De hecho, este actor subirá a escena en este mes de marzo en la piel de Fernando Pessoa con el estreno mundial de ‘Ejercicios fantásticos del yo’, pieza de la mexicana Sabina Berman que recrea 24 horas en la vida del poeta portugués, en 1914, el día que se inició la Primera Guerra Mundial.
Que el estreno de la pieza de Sabina sea en Buenos Aires y no en México no resulta casual. “Esta es una ciudad muy rica en teatro; además, necesitaba pasar un buen tiempo por estos lados. Tengo buenas razones”, hace referencia a sus dos razones obvias: Lázaro y Libertad, hijos de su relación con la actriz Dolores Fonzi –a quien conoció en el rodaje de ‘Vidas privadas’, la película de Fito Páez– y con la que estuvo en pareja durante ocho años.
El actor mexicano es sensible a la tragedia de su país natal, en particular, por el problema de las drogas.
“Por supuesto. Todos deberíamos hacerlo. Si hablamos de marihuana puntualmente, es hora, de una buena vez, de descriminalizarla y legalizarla. Sabemos que lo que realmente mata es su comercio ilegal”.
“Recuérdame. No llores, por favor. Te llevo en mi corazón, y cerca me tendrás”, dice la canción que se escucha una y otra vez en ‘Coco’, la producción de Disney-Pixar que obutvo el Óscar a Mejor película animada y a mejor canción original en la edición 90 de los premios. ‘Recuérdame’ cobra aún más fuerza cuando Gael García Bernal pone la voz, tanto en inglés como en castellano, a Héctor Rivera, el travieso y nostálgico personaje que acompaña al pequeño Miguel en el mundo de los muertos.
“Es bien bonita y sentida, ¿no?”, pregunta el actor acerca de esta historia, que ya está en boca de todos y rescata el tradicional Día de Muertos mexicano. Sin duda, es una película sentida y que para Gael, además, tiene un valor especial, ya que, junto a su hija, Libertad, cantó la versión más íntima de ‘Recuérdame’.
“Coco es una reflexión en torno a la muerte, pero desde la vida, con una introspección sobre la esencia de la existencia”, cuenta Gael, quien confiesa que unos de los momentos que más lo emocionó de la película fue escuchar la versión de ‘La llorona’, el clásico son istmeño mexicano que tantos artistas hicieron propio, como la versión que hizo carne la recordada Chavela Vargas.
«Con mis hijos armamos un altar, allí ponemos a nuestros muertos, comida, recuerdos, lo que queramos y se nos ocurra, porque la relación con la muerte es personal.»
“La vida y la muerte siempre van juntas –reflexiona–. Existe el concepto de una segunda muerte, cuando, estando muerto, se olvidan de ti. Con mis hijos armamos un altar, allí ponemos a nuestros muertos, comida, recuerdos, lo que queramos y se nos ocurra, porque la relación con la muerte es personal. Es una manera de dialogar con los nuestros, con la vida. Lo pones todo ahí y después te vas de pachanga con tus muertos. Ojalá se adopte esta tradición en otros lugares. Es una tradición increíblemente compleja y transversal”.
Nuevamente México se hace presente en los premios Óscar…
Se está haciendo costumbre… (bromea) Alfonso Cuarón (‘Gravedad’), Alejandro González Iñárritu (‘Birdman’, ‘El Renacido’) y, ahora, Guillermo Del Toro con ‘La forma del agua’. Son grandes directores. Lo mejor es poder estar y compartir siempre con los tres, con Cuarón, el gordo y el negro. Los tres amigos, con los que soñábamos hacer películas. Pensar que con el negro hicimos ‘Amores perros’ (2000), sin imaginar lo que sucedió después. El cine mexicano en aquel entonces no interesaba, y mirá ahora. Hay una fraternidad muy sostenida a la que se sumaron Jonás Cuarón (hijo de Alfonso), Emmanue Lubezki (el primer director de fotografía en ganar tres veces seguidas un Óscar) y de la que también es parte Diego Luna.
Tal es el interés que generan estos directores que Iñárritu volvió a sumar una estatuilla, en noviembre pasado, esta vez un Óscar especial por su logro de realidad virtual en ‘Carne y arena’, experiencia en la que esta tecnología sitúa al espectador en el corazón mismo de los inmigrantes indocumentados que cruzan a Estados Unidos desde México. Una obra hiperrealista, que sumerge al público en medio del desierto de Sonora, donde comparte el drama de un grupo de indocumentados que, liderados por un coyote –un traficante de personas–, intentan ingresar en territorio estadounidense mientras agentes de inmigración tratan de arrestarlos. Una temática que golpea, sensibiliza y preocupa a los mexicanos.
En la ceremonia de los Óscar en 2017 fue Gael García Bernal quien más impacto causó cuando, en el escenario del Dolby Theatre de Hollywood, California, se declaró en contra de la construcción del muro propuesto por el presidente Donald Trump en la frontera México-Estados Unidos. “Como migrantes construimos familias, construimos historias, construimos una vida que no puede ser dividida –sostuvo–. Como mexicano, como latinoamericano, como un trabajador migrante, como humano, me opongo a cualquier muro que pueda separarnos”, añadió.
Como un mandato obligado, el hombre de Guadalajara, tierra de mariachis y tequila, reconoce la difícil situación que atraviesan los latinoamericanos en Estados Unidos: “Es crítica y difícil para los hispanos, como nunca antes lo había sido. Se impuso esa idea fabricada e irracional de que somos violadores, que somos criminales, traficantes de drogas. ¿Cómo puede contrarrestarse esa ideología irracional con pensamientos racionales? Hoy escucho a muchos decir que el presidente (Donald Trump, ni siquiera menciona su nombre) es racista por sus dichos. Desde hace rato sabemos que es un racista, lo que dice no es nada nuevo, es un tarado, un ignorante, un hijo de p…, un tipo con traumas brutales, de gran resentimiento (…). Él dijo esas mentiras, habló así de buena parte de la población, generando una burda mentira. Imaginá a toda una generación que escucha y crece con esa idea”.
En 2015 presentó ‘Desierto’, dirigido por Jonás Cuarón, que cuenta el drama de los inmigrantes. El film fue interpretado por muchos como una contestación a las arengas xenófobas de Trump y generó un violento movimiento en las redes sociales. Parte de esas reacciones fueron incorporadas a la promoción de la película con la etiqueta #LasPalabrasSonTanPeligrosasComoLasBalas. ¿Cómo vivió esa experiencia?
Lo que realmente no puedo dejar de pensar es que la mayoría de los Estados Unidos piensa así. Me considero una persona optimista, pero es ahí, en esa veta, donde soy pesimista. Esto es casi cercano al apocalipsis. El gran problema somos nosotros, los que estamos de este lado del muro, tenemos que tener otra forma de pensar, no podemos acatar las formas que ellos imprimen. Hay que empoderarse. Hace poco leí una entrevista a George Steiner en la que le preguntaban si se arrepentía de algo. Preguntarle algo así a un viejito puede ser muy osado, pero es mucho más escandaloso cuando te responde que se arrepiente de no haber participado más de las manifestaciones ciudadanas, de no haber sido el ciudadano que pregonó que debíamos ser.
Como Jonás Cuarón, que quiere transformarlo en un héroe con capa incluida, un ciudadano con responsabilidad social, nada menos que en el Zorro.
(Risas) Ojalá podamos hacerlo.
El proyecto, que por ahora lleva el título provisional de Z, generó mucha expectativa, sobre todo porque la acción del héroe, creado en 1919 por Johnston McCulley, será trasladada a un futuro apocalíptico. “Sería muy divertido poder interpretar a este zorrillo –reconoce el ganador del Globo de Oro por su papel en la serie ‘Mozart in the Jungle’–. Me resulta muy interesante poder recrear la figura histórica de este Robin Hood mexicano que robaba en las haciendas de los ricos para repartir el botín entre los pobres”.
La fraternidad mexicana se mantiene intacta, y con Diego Luna siguen adelante con Ambulante, el festival nómada de documentales y la productora Canana Films.
Para nosotros, el documental es una herramienta de transformación cultural y social. Ya son trece las ediciones de Ambulante. Llevamos las películas a diferentes lugares, por sobre todo a aquellos donde no hay espacios de difusión de este tipo de films, es una manera de abrir nuevos canales de reflexión y por sobre todo crear una audiencia participativa. El documental elimina el discurso único, alberga ambigüedades, trata con la complejidad de las cosas y siempre se enriquece de la discusión.
Hace muy poco terminó de rodar su segundo largometraje de ficción, ‘Chicuarotes’, inspirado y filmado en San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, pueblo afectado por los sismos de septiembre de 2017. ¿Cómo le sienta el rol de director?
Muy bien, lo disfruto, la paso muy bien. Tuve una gran escuela, primero con Iñárritu (‘Amores perros’) y después con Alfonso Cuarón (‘Y tu mamá también’); esas fueron mis primeras experiencias en cine, como actor, pero también como alumno; para mí era como estar en una escuela. Tuve la suerte de trabajar con dos de los mejores directores del mundo.
La ópera prima de Gael fue ‘Déficit’ (2007) que él mismo protagonizó y en la que se propuso exponer los abismos sociales existentes en el mundo, la falta de identidad y de afecto de toda una generación. Ahora, en ‘Chicuarotes’, se centra la acción en dos chicos que buscan desesperadamente salir de la mala situación que atraviesan y quieren dejar atrás su pueblo natal. La travesía por conseguir esa rápida salida los empujará al mundo criminal. “Me emociona sentir que uno puede contar la historia que quiere contar. Hacer la película que realmente quiere. Esa es una verdadera fortuna”.