11. Té verde
Imagen de apple deng en Pixabay
Tanto el té verde como el negro están llenos de flavonoides, un tipo de antioxidante. Donde el té verde realmente sobresale es en sus niveles de galato de epigalocatequina (EGCG), otro poderoso antioxidante.
En estudios, se ha demostrado que EGCG mejora la función inmunológica. El proceso de fermentación que atraviesa el té negro destruye gran parte del EGCG. El té verde, por otro lado, se cuece al vapor y no se fermenta, por lo que se conserva el EGCG.
El té verde también es una buena fuente del aminoácido L-teanina. La L-teanina puede ayudar en la producción de compuestos que combaten los gérmenes en sus células T.
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