La promesa del metro de Bogotá ha resonado en el imaginario bogotano desde la década de 1940. En aquel momento el alcalde Carlos Saenz de Santamaría (1942-1944) propuso la construcción de ese sistema de transporte para descongestionar la ciudad que en ese entonces tenía 400.000 habitantes. La mitad de ellos se movilizaba en tranvía. Desde ese entonces los bogotanos esperan una promesa sin cumplir: que el metro de Bogotá sea una realidad.
Puede que esta promesa se cumpla más de setenta años después con la suscripción de una serie de acuerdos económicos con bancos internacionales que hizo el presidente Juan Manuel Santos un día antes de terminar su mandato, para asegurar el inicio de la construcción de ese sistema de transporte.
“Queda despejado todo el panorama para que se inicie”, dijo Santos este lunes en un encuentro con el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, el mismo que ha impulsado férreamente el sistema de buses Transmilenio, y que hace unos años lo defendía por encima de los trenes, diciendo que el sistema de buses de la capital, “hace básicamente lo mismo que un metro y cuesta mucho menos”.
Lo que firmó Santos este lunes fue un préstamo por 1.480 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo, del Banco Mundial y del Banco Europeo de Inversiones, según la Presidencia. El Gobierno nacional financiará el 70% del proyecto y el distrito, el 30%.
El costo total del metro de Bogotá es de 4.400 millones de dólares, según el gobierno local, y con estos recursos iniciales se cubrirán las obras iniciales hasta 2020. Se espera que la construcción de los 24 kilómetros de recorrido inicial terminen en 2024 cuando los bogotanos puedan empezar a usar este servicio de transporte que conecte el sur de la ciudad con el norte en un tercio de tiempo de lo que se demora actualmente ese recorrido en hora pico, según la Alcaldía de Bogotá.
La Alcaldía de Bogotá promete que 23 trenes empezarán a funcionar en la primera fase a una velocidad de 43 km/h; estos serán 100% eléctricos y tendrán una capacidad para transportar a 1.800 pasajeros, 72.000 pasajeros por hora.
A diferencia de Rio de Janeiro, Sao Paulo, Santiago de Chile, Buenos Aires, Ciudad de México, Lima, Caracas y hasta Medellín, en Colombia, Bogotá es una de las pocas ciudades grandes de la región que no tiene un sistema de Metro. (Tampoco tienen ciudades como San José, en Costa Rica; La Paz, en Bolivia; Asunción, Paraguay, y Montevideo, en Uruguay).
Durante décadas los mandatarios locales han prometido que construirán el metro. Los diarios locales han dado noticias sobre el metro durante años, pero hasta el momento no ha sido posible ver un solo centímetro de construcción, a diferencia del de Medellín, que se fue inaugurado en 1995.
En Bogotá, por ejemplo, en 1963, cuando la ciudad solo tenía 1,6 millones de habitantes, el alcalde Jorge Gaitán Cortés ya hablaba de metro y tren de cercanías para “atender las necesidades de una ciudad en crecimiento”, reseña el proyecto Metro de Bogotá. Un titular en el diario El Espectador de Bogotá relata la larga espera: «Bogotá espera Metro hace 15 años», decía el diario en 1969.
Pero pareciera que en el pasado la falta de metro en Bogotá ha sido una cuestión de voluntad política y recursos, pues en la década de los 90, el alcalde Andrés Pastrana (1990-1994) le dio prioridad a la construcción de la Troncal Caracas, una vía que le daba prioridad al transporte público para que gastara menos tiempo en los recorridos, sobre el proyecto de Metro, pues varios sectores políticos lo descartaron por considerarlo costoso y poco incluyente, pues solo atendería el 10% de la ciudad. El tiempo seguía corriendo y la ciudad en crecimiento, pero para los gobiernos locales y los sectores el proyecto seguía siendo “muy costoso”.
Bogotá tuvo que ver primero el fin de la guerra de medio siglo con la guerrilla de las FARC, antes de tener un metro. Y sigue a la espera.
En 1998, el mismo alcalde Peñalosa que veinte años después volvió a gobernar Bogotá, implementó el sistema de transporte TransMilenio, que consiste en buses de gran tamaño a los que se accede a través de estaciones, y que recorren la ciudad por troncales por donde solo circulan estos vehículos.
En las dos últimas décadas, mientras Transmilenio aumentaba su capacidad, se hicieron varios estudios y planificó el metro de la ciudad, pero nunca tuvo apoyo del gobierno central.
Durante la alcaldía de Gustavo Petro (2012-2015) el distrito hizo estudios de ingeniería para un metro subterráneo cuyo costo ascendía a 13,9 billones de pesos (casi 4.800 millones de dólares). Incluso Santos le entregó un cheque a Bogotá por 9,65 billones de pesos para la financiación del 70% de la obra. Pero al final, debido a “la caída de los precios del petróleo y la devaluación del peso colombiano”, según la página del Metro, el prometido sistema bajo tierra quedó “financieramente inviable”.
Después de años de promesas y contra promesas, en septiembre de 2017 el gobierno nacional y el gobierno distrital firmaron un acuerdo definitivo para financiar la primera línea del metro elevado, que según dijo el alcalde Peñalosa en la firma de ese acuerdo, pondrá a Bogotá como una “ciudad ejemplar a nivel mundial”.
Y ahora, con el acuerdo que permite el inicio de la construcción, se espera que los bogotanos puedan empezar a disfrutar de la primera línea del metro, que será construida en un viaducto elevado a 13 metros de altura, de aquí a los próximos seis años.